Comunidad y chisme

He bajado a la piscina para nadar un rato. Hoy he bajado yo solo, por lo que no podía sentirme refugiado en la presencia de otra persona. Si nado yo solo soy más consciente de que me están mirando, mientras que si estoy acompañado se vuelve una actividad compartida y el cupo de atención está completo por mutuo acuerdo.

Mi idea era bajar pronto después de comer, cuando no hay casi nadie, para nadar un rato y subir a casa. Cuando tengo pensado unos tiempos para hacer algo, me pone en tensión cruzarme con cualquier persona, me siento como a la defensiva y con un primer impulso de gritar "¡no me entretengas!". Esta sensación de tener que esquivar todos los obstáculos para regresar cuanto antes a mi espacio seguro, se ve acrecentada por el hecho de estar solo y no poder esconderme detrás de nadie o ampararme en una actividad compartida que no puede esperar.

Cuando iba decidido hacia mi casa, he saludado a una vecina y ahí ha empezado todo: me ha preguntado qué tal. Hemos estado hablando de muchas cosas: eventos generales de nuestra vida, cómo están nuestras familias e incluso sobre el arte versus el mercado del arte. A medida que se alargaba yo me iba agobiando y me costaba más esfuerzo mantener la atención y la cara amable. Pero lo curioso es que yo estaba hablando con ella porque la conversación estaba bien, no es que yo no quisiera estar ahí, es que vivo con una sensación de entorno hostil en lo que a mi vecindario/urbanización se refiere. ¿Por qué? Probablemente porque no nos conocemos. A la par, el modo de vida actual, en el que nos desplazamos de un lado a otro para acometer tal tarea o consumir tal cosa, hace difícil conocer a mis vecinos. El barrio es un lugar de paso, no de reunión; todos mis amigos viven relativamente lejos.

En cierto punto de la conversación, mi vecina ha señalado que estaba siendo muy cotilla preguntando por mi hermana y mis padres. Suelo defender el chisme porque poner algo en común per se no es bueno ni malo, solo resulta más molesto a mayor sensibilidad de lo privado. Aparte de contestarle que el chisme me parece positivo y que no me ofende que me pregunte, su afirmación me ha hecho pensar en lo demonizado que está el cotilleo.

Es cierto que cotilleos hay de muchos tipos y se hacen con distintas intenciones e intereses, pero lo que hay de fondo en todos ellos es una punto a tener en cuenta. El chisme es poner en común, es preguntar, informarse, buscar al otro y, en definitiva, hacer funcionar cierta dimensión colectiva del cuidado. El chisme también puede ser violentar, marginar, establecer una narrativa interesada... Pero es la maquinaria, los conductos a los que el chisme puede acceder, lo que me interesa. Desde luego, el chismorreo es mejor que vivir como si nuestros vecinos no existieran; al menos gracias a él la puerta sigue abierta.