Más allá del decir hay patitas
La fijación por el lenguaje es algo que vuelve a mí de forma cíclica. Hoy me ha golpeado con potencia mientras llenaba mi botella en la cocina. Este post es una trenza hecha con el hilo de mi pensamiento y el de algunas lecturas. Nunca tendré claro dónde empiezo y dónde acabo, y eso está bien.
La metáfora del grifo
He ido a la cocina para llenar mi botella con agua fresca y así compensar la deshidratación de estas noches veraniegas tan insoportables. Mi grifo tiene una de esas boquillas con dos posiciones –modo chorro único y modo regadera– que pueden cambiarse girándolo hacia un lado o hacia el otro. Me ha pasado mil veces que voy a llenar la botella y, al abrir el grifo, sale a toda potencia una ducha multichorro muy poco eficiente para mi objetivo. Por esta razón he ido creando casi inconscientemente una regla mnemotécnica para no olvidar hacia qué lado girar la boquilla para cada cometido.
Un día, cansado de llevarme la sorpresa, me dije: "vale, hacia la izquierda sale el chorro 'bueno' y hacia la derecha el 'malo', así que puedo asociarlo a mi posicionamientoo político". Ahí empezó la metáfora, una consigna simple para abrir el grifo bien: izquierda = el bien | derecha = el mal.
En este contexto, la metáfora es una cosa nimia que simplemente me ayuda a recordar. Pero ocurre que, con el paso del tiempo, las metáforas se van desarrollando, su naturaleza no les permite estar quietas; si no, serían categorías y no metáforas.
A medida que me repetía la idea mentalmente antes de abrir el grifo, me daba cuenta de que los signos elegidos para delimitar mi metáfora –estos son: boquilla en posición izquierda o derecha– eran la causa de nuevos fenómenos que expandían inevitablemente el significado. Resulta que, tras girar hacia el lado 'bueno', la izquierda, salía en efecto un chorro único. No puedo ignorar que esa sea la consecuencia de girar hacia la izquierda y que, por tanto expanda o cuestione mi metáfora. ¿Tiene que ver mi idea de la izquierda política y el bien con la imagen de un chorro único? ¿No es eso autoritario, centralizado, esencialista? ¿No se parece más la izquierda a un chorro múltiple, plural?
Las metáforas brotan salvajemente sin freno y es importante tener una mirada cartográfica de estas para entender su origen y sus posibles itinerarios. Las metáforas no son neutrales y, por tanto, utilizarlas de forma generalizada, sin contexto ni una crítica que reconozca sus carencias y desvíos, no es lo más prudente.
Cómo resolveré esta aparente contradicción en mi metáfora sin retorcer el lenguaje deliberadamente tendrá que esperar a unas cuantas botellas llenas. Quizás una metáfora es, en cierto modo, un retorcimiento del lenguaje, pero, cuando un nuevo sentido se presenta nítido y subraya las contradicciones de esta, es necesario encontrar la interpretación que traiga un nuevo sentido más potente y estable. Puede que las metáforas con los sentidos más estables sean, de hecho, categorías. Esto implicaría que las categorías en el fondo son metáforas [1].
¿Todo son metáforas?
La expresión "envuelto en dolor" se escapa en cierto modo de nuestro lenguaje más cotidiano, así que, en su lugar[2], voy a utilizar le expresión "me duele".
El mecanismo de la metáfora se suele describir como: un elemento imaginario hace referencia a un elemento real a través de sus semejanzas. "¿Podríamos decir que "me duele" es una metáfora?
En primer lugar tenemos "me", que se refiere a mí, es decir, yo, quien enuncia la frase. Tendríamos que preguntarnos entonces si "yo" es un elemento imaginario y si hace referencia a uno real que además comparte alguna semejanza.
¿Quién es yo?
Amanece. Salgo de la cama, subo la persiana y voy al baño a lavarme la cara. Me veo en el espejo. Soy mi cuerpo, sin ninguna duda. Lo veo claramente porque me reconozco en el reflejo y, si decido mover mi brazo, el reflejo también lo mueve. Tras lavarme la cara, una de mis pestañas es arrastrada por el agua y cae por el sumidero. ¿Soy ahora menos cuerpo que antes? ¿Sigo siendo esa pestaña?
Enciendo el móvil y voy a desayunar. A la segunda cucharada de cereales con leche me llega una notificación: "¡Enhorabuena por terminar el Máster en Formación de Profesorado! Ahora eres graduado en la especialidad de Expresión Gráfica". ¿Que soy qué? Ahora no soy solo mi cuerpo, sino que soy también graduado en un máster habilitante. Además, a continuación me habla un compañero del máster para pedirme ayuda con el trámite del título. "Hola! Eres Adrián, ¿no?". Efectivamente, soy Adrián. Desde que nací. También soy hombre, blanco, español, joven, risueño, ciudadano del mundo, amigo de mis amigos y arquitecto de sonrisas[3]. Esto se está volviendo una pesadilla, ¿cómo voy a ser capaz de ser todo esto sin implosionar o terminar aplastado?
Mientras me como los cereales me quedo pensanso en mi cuerpo ante el espejo. Antes no era así, cuando era pequeño –¿las metonimias[4] son metáforas?– mi estatura era inferior, mis rasgos y complexión eran distintos. En parte he crecido gracias ingerir alimentos a lo largo de mi vida y, ahora, gracias a estos cereales. Dicen que "somos lo que comemos" y empiezo a pensar que es totalmente cierto. Jamás podría ser solo mi cuerpo.
Espera un momento... Cuando era un bebé me alimentaba de la leche de mi madre. Leche que su propio cuerpo producía. ¿No soy en parte mi madre? Es como si se le hubiera caído una pestaña mientras se lavaba la cara y yo me la hubiera comido.
Entonces, ¿qué pasa con las patatas bravas que compartimos en el centro de la mesa; con los besos o el contagio de la gripe? ¿Son formas de ser más que un cuerpo, más que "uno mismo"? Quizás yo no soy, sino que somos. Quizás, como dice Marina Garcés en Un Mundo Común, la piel no es el límite de nuestro cuerpo, sino aquello que necesitamos para ser continuados por otros.
Claro que, aunque exploremos la concepción del yo como algo expandido e interdependiente, su uso en una frase como "me duele" se suele entender cotidianamente sin darle demasiadas vueltas. Por una cuestión de economía del lenguaje, si alguien dice que algo le duele, sabemos que el dolor se encuentra rondando por el mismo lugar del que viene la voz que se queja.
De la metáfora a la categoría
Entonces, ¿en qué sentido "me duele" podría llegar a ser originalmente una metáfora? ¿importa?
Me es difícil entrar en un debate lingüístico sobre la metáfora porque ese no es mi campo[5] y esa no es, ni mucho menos, mi intención. Lo que me interesa es señalar la carga de significado que puede tener una palabra que parece haber estado siempre ahí. El uso normalizado de una palabra acoge invebitablemente un marco de significado. Ocurre cuando decimos "yo", cuando los espectadores de un deporte dicen "hemos ganado" o cuando usamos el masculino genérico, como he hecho yo varias veces en este texto. No es una cuestión de demonizar el lenguaje, puesto que es el que tenemos disponible y nos permite comunicarnos. La cuestión es cuestionar, expandir el imaginario, reapropiar, inventar...
Jaloner es un rapero español conocido por su ingenioso uso de juegos de palabras, calambures y demás recursos que se acercan al trampantojo lingüístico, sin dejar de lado un contenido bastante político. En su última participación en la Liga Bazooka –una batalla de rap escrito por rondas– habló de esto mismo. "Hay que cuidar las palabras", decía, "hay que tener cuidado". Hizo todo un juego con la palabra "mano", pasando por "manipular", preguntándose si "man" y "mano" podrían tener alguna relación (a esto volveré más tarde). Exploró la normalización de la rectitud mediante la idea de la mano "derecha": lo que está derecho, ser diestro como norma, ser ambidiestro (y no ambizurdo), adiestrar, etc. Insistió de nuevo en el cuidado que hay que tener con las palabras, con lo que manifiestas y cómo lo manifiestas. "'Mani-fiestas', otra vez hemos llegado a las manos"[6], concluye.
Aparte de la evidente carga política que las palabras tienen en sus significados heredados, podríamos pensar qué ocurre cuando detectamos que algo existe –ya sea un fenómeno, cosa, concepto...– pero no existe una palabra para nombrarlo, o la desconocemos. No por nada el spray de limpiar se ha nombrado más veces como "flus flus", "flis flis" o algo similar en referencia a su sonido. Sí, existe el concepto "spray de limpiar", pero ¿qué pasaba cuando no existía? ¿qué pasaba entonces con el resto de palabras?
No sé si se ve por dónde voy, pero lo que estoy diciendo es exactamente esto: una palabra siempre es un concepto imaginario que se refiere a uno real. ¿no es eso una metáfora? Me lo pregunto intensamente con ganas de indagar y con ninguna necesidad de responder. Nunca acabará el misterio.
Algo que quiero recuperar de estos últimos párrados es aquello de nombrar a algo por su sonido, el "flus flus", y a Jaloner preguntándose si "mano" y "man" tienen alguna relación. Me recuerdan a la hipálage.
La hipálage de Berta García Faet
En El arte de encender las palabras[7], Berta García Faet define la hipálage: forma de metonimia que consiste en aplicar a un sustantivo un adjetivo que correspondería a otro sustantivo que se encuentra en lo que se dice de forma explícita o implícita. Por ejemplo: «él derramó desconsoladas lágrimas». Las lágrimas no están desconsoladas, lo está quien las derrama, pero el sentido se transfiere de una cosa a otra. Cuando decimos que «hoy ha sido un día triste» estamos haciendo una hipálage.
Pero ella no se queda solo ahí, sino que tiene una idea: hipalagear es algo mucho más extenso, puesto que hay una constante transferencia de sentido entre todas las cosas. La presencia de la hipálage en el lenguaje es consecuencia de la hipálage que tiene lugar en la realidad a la que hace referencia.
Todo lo que existe tiene una naturaleza hipalageante, por eso hipalageamos, por eso el lenguaje también hipalagea. Las fronteras entre los seres son solo conceptuales. La disolución de fronteras en el ejemplo de las «desconsoladas lágrimas»: la tristeza de él se desdibuja, el sujeto se convierte en su llorar (su acción) y se convierte en su llorar sus lágrimas. Se convierte en una confluencia e interferencia del sentido, de los sentidos, de lo sentido.
Entendiendo el "hipalagear" como esta resonancia entre las cosas y a las cosas como sus resonancias, se hace menos extraño la pregunta de Jaloner: ¿tienen relación mano y man? Efectivamente, la tienen. Es una hipálage sonora, puesto que las similitudes en la sonoridad de algo nos traen la presencia de otros algos, hay un trasvase del sentido aunque no queramos; buscamos algo y puede que encontremos otros algos, lagos, lagunas y algunas algas.
Fuera de la lógica del diccionario, en la que las palabras son grupos de letras convertidos en cofres que esconden significados fijos e inalterables, se encuentra nuestra íntima relación musical, y no meramente conceptual, con el lenguaje. Desde ahí, una palabra nos invita a otra[8] y las cosas toman mil nombres (porque los tienen, porque los son).
Esto también me hace pensar en el color. Solemos atribuir a la materia el color que muestran a la luz blanca del día, como si fuera su color auténtico e inamovible, su propiedad intrínseca. Pero la realidad es que todo fenómeno depende de todos sus elementos y, en la noche, las fresas no son rojas, a pesar de que todo el mundo responda con gran aire de obviedad que sí lo son. No existe la delimitación real de los fenómenos.
El color cambia, se camufla, es muchos, hipalagea.
No quiero llegar a ningún sitio, solo me resulta fascinante la idea de que, como Berta García Faet expresa con tanta ternura, "más allá de las huellas de las huellas de las huellas del decir hay patitas».
Lógica del predicado
Esta necesidad de entender las cosas como algo más extenso, algo que se desborda a sí mismo constantemente, me recuerda a la lógica del predicado de Deleuze. Según él, solemos entender a través de una lógica del sujeto, es decir, consideramos que algo tiene un papel activo y lleva a cabo una acción que produce unos efectos. Esto implica que el sujeto es un elemento estable, definido, autónomo. Un silogismo que ejemplifica la lógica del sujeto sería el siguiente:
Todos los hombres son mortales.
Sócrates es un hombre.
Sócrates es mortal.
Bajo esta lógica, las cosas son, se cierran, se definen en oposición a lo demás (esto es X porque no es Y). En cambio, adoptando la lógica del predicado, las cosas dejan de ser y empiezan a devenir. Aquí hablamos de movimiento, de intercambio, de un ser complejo, dinámico, inestable –que no inseguro, como un equilibrista experimentado–. Un silogismo con esta lógica sería el siguiente:
Todos los hombres son mortales
La hierba es mortal
Todos los hombres son hierba[9]
Así, abrazando más el devenir que el ser, podemos atrevernos a entender el mundo en su complejidad, escuchar el hipalageo de las palabras y las cosas, preguntarnos qué realidades resuenan con nuestro lenguaje y cómo reinvertarlo para ser transportados a otras. También nos puede ayudar a comernos la cabeza mientras llenamos una botella de agua y darnos un paseo por los límites del lenguaje, que siempre huelen a flores, a río y a cielo nocturno.
📖 Lecturas
- El arte de encender las palabras, de Berta García Faet.
- El Deseo según Gilles Deleuze, de Maite Larrauri Gómez.
- Un mundo común, de Marina Garcés.
- Metáforas de la vida cotidiana, de George Lakoff y Mark Johnson.
Este libro no lo menciono ni lo cito, pero en su momento me abrió mucho la mirada a la idea de que el lenguaje está hecho de metáforas y hay algo de él en este texto.
Uso el concepto "categoría" de forma general para referirme a sustantivos, adjetivos, expresiones... que tienen un significado bastante delimitado y que nos resulta intuitivo en su uso cotidiano. ↩︎
¿Voy a poner otra cosa en su lugar? ¿Estaré haciendo ahora mismo una metáfora? ¿Los sinónimos son metáforas? ¿Entonces una traducción es también una metáfora? ↩︎
Pido disculpas por las referencias a la otra época oscura de Twitter: los poetuiteros.
Buenos días, princesa ¿besayunamos? ↩︎En esencia, una metonimia consiste en sustituir la palabra que denomina una cosa por otra que denomine una parte de esta, o bien a la inversa.
Un ejemplo de lo primero sería: "esto cuesta diez euros por cabeza (por persona)"
El segundo caso podría ser: "El viernes juega España (los jugadores de un equipo que representa a España)" ↩︎¿"Campo"? Interesante ↩︎
Hace un doble sentido intencionado: llegar a las manos de llegar al concepto de "mano" y llegar a las manos de pelearse, puesto que está en un contexto competitivo que él mismo critica. ↩︎
Tengo apuntes a medias de esto libro, los enlazaré cuando termine. Creo que puede ser interesante, es un libro inteligentísimo y juguetón. ↩︎
«Los besos son como las cerezas, uno lleva a otro», dice un proverbio italiano. Berta lo menciona en el libro. Estamos de acuerdo en que las palabras, su melodía, llevan a otras y uno no puede parar de comérselas. ↩︎
Los dos ejemplos y el concepto de "lógica del prédicado" los he extraído de El Deseo según Gilles Deleuze de Maite Larrauri Gómez. ↩︎